Julio Carreras (h) - Mujeres II: VII

Julio Carreras (h) - Mujeres II

Susana es el segundo relato de la serie "Mujeres". El anterior, "Carmina", cuenta la relación adolescente de un joven provinciano, con una porteñita de vacaciones. El siguiente, "La Negra" el mismo personaje con una militante revolucionaria de los `70 en Córdoba, Argentina.

Monday, May 16, 2005

VII

El primer día de 1970 fuimos con Susana al Balneario Municipal de La Banda luego de almorzar. Allí vería por primera vez su cuerpo casi enteramente desnudo, pues la bikini que usaba no constaba más que de dos pedacitos de trapo graciosamente adheridos a la piel por elásticos. La impresión fue comparable a un puñetazo en el plexo solar. Una sílfide bellísima de torso grácil, pechos sólidamente erectos, cintura fina, caderas anforadas, miembros gráciles, extraordinariamente armónicos y flexibles, pies pequeños sin la menor imperfección.Habíamos ido a los vestuarios para quitarnos la ropa y quedar listos para el agua. Yo terminé antes y estaba esperando distraído junto al bar cuando la vi salir. La vimos. Todos los hombres que llenaban las mesas de la confitería giraron su cabeza sin disimulo hacia ella - también las mujeres- y algunos se quedaron con la boca abierta. Triunfal, Susana avanzó hacia mí. Triunfal, la tomé del brazo, y deliberadamente elegí el camino más largo para que todos nos admiraran. Ambos llevábamos anteojos oscuros.Fue una tarde agradable. Jugábamos suavemente en el agua que corría, sin acercarnos mucho a la zona de turbulencia, que estaba en la bocatoma. El balneario estaba concurrido pero no tanto como para resultar fastidioso. Como en aquellos tiempos aún no se habían masificado las bolsitas de plástico para llevar comida u otros elementos, no se veía basura en los bordes ni en el agua. Sólo césped de un verde luminoso y florecillas en pequeños canteros cada tanto. Por lo demás la Municipalidad de La Banda mantenía perfectamente cuidado aquél lindo recreo, el cual seguramente daba sus buenos beneficios. Me entretenía dejándome llevar por la corriente boca arriba, mientras miraba las altas copas de los eucaliptos, alguna paloma que pasaba volando por entre sus ramas, y el cielo celeste con nubes blancas. De repente me detenía, parándome en el cercano lecho del canal, y desde allí comprobaba en perspectiva la hermosísima presencia de Susana Rouquié, empequeñecida por la distancia, inconfundible entre los niños, mujeres y otros bañistas, quienes jugaban con pelotas y salvavidas de goma a su alrededor.Ese día me dije que todo había sido maravillosamente perfecto hasta ahora, entonces, para que culminara completamente bien, yo debía tratar de unirme sexualmente con ella.
 Julio Carreras
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