Julio Carreras (h) - Mujeres II: IX

Julio Carreras (h) - Mujeres II

Susana es el segundo relato de la serie "Mujeres". El anterior, "Carmina", cuenta la relación adolescente de un joven provinciano, con una porteñita de vacaciones. El siguiente, "La Negra" el mismo personaje con una militante revolucionaria de los `70 en Córdoba, Argentina.

Monday, May 16, 2005

IX

En agosto de 1970 debí cumplir una comisión para el Distrito SE (Administración) donde prestaba el servicio militar. Consistía en llevar a dos infractores hasta Córdoba, y entregarlos allí en una guarnición del IIIer Cuerpo. Me alegró mucho saber que como se habían presentado espontáneamente, no eran considerados peligrosos, razón por la cual no necesitaría viajar con armas. Cada vez que debí cumplir alguna tarea militar en un medio civil me sentí muy estúpido cubierto de arneses, con una pistola al cinto y un inmenso fusil en las manos -aunque tal vez lo peor era el casco.El uniforme de salida, en cambio, podía considerarse discretamente elegante, si se había tenido la precaución de entallarlo. Así, viajé pues, con mis infractores, en tren.No hubo ningún problema; llegamos a Córdoba al atardecer. Tomé un taxi y luego de entregar a los muchachos a un suboficial y un subteniente en la guardia, quedé en libertad. Debía presentarme en mi regimiento dos días después, así que me quedaban más o menos 24 horas para disfrutar.Iba a alojarme en lo de mi tía Eudora, a quien ya habíamos advertido por teléfono. Como mi tío era también militar, demostró gran satisfacción al verme con el uniforme. Dijo que me quedaba muy bien y que tenía presencia de soldado.Bien. Pero apenas hube cumplido los saludos protocolares, me hube instalado en la cómoda habitación que mi cariñosa tía había aparejado especialmente para mí, hube conversado un rato con mis primos, perfectamente pulcro luego de un baño caliente y una buena afeitada, me apronté para intentar la búsqueda de Susana. No era fácil. El único dato con que contaba para encontrarla era su apellido, pues seguramente no figuraría en la guía su nombre sino el de sus padres, y si bien me había dicho la calle donde vivía al momento la había olvidado.Milagrosamente la encontré. Mejor dicho, encontré su casa, pues al leerla recordé el nombre de la calle y su apellido era único allí.Después de unos segundos, una señora me atendió. Cuando le pregunté si me había comunicado con la casa de la familia Rouquié me dijo que sí. Cuando le pregunté si allí vivía una señorita de diecinueve años, llamada Susana Rouquié me dijo que sí. O mejor dicho, no. Ella había vivido ahí, era su hija, pero hace poco se había trasladado a una vivienda independiente.Le dije que yo era un amigo de Susana, que nos habíamos conocido en Santiago, que tenía mucho interés en encontrarla, que por favor me diera su número telefónico si lo tuviese o si no su dirección. Después de tres segundos de silencio la mujer murmuró con voz en la cual me pareció captar cierta gradación compasiva:-Joven, tengo que hacerle una advertencia. Susana ya no es más soltera. Se ha casado, hace cuatro meses, Ahora vive con su marido, esperan el nacimiento de un niño.Luego de agradecer, lo más convincentemente que pude, colgué.


* Muchos años después, por un comentario sesgado de mi padre, me enteré que aquel fru-fru existió realmente, no fue una mala pasada que me jugara la imaginación. Él había oído ruidos, se había levantado a inspeccionar. Por un momento, se había acercado a la ventana...

16 Comments:

Post a Comment

<< Home

 Julio Carreras
en Facebook